Dr. Prof. Juan Manuel Tato – Excelente profesional, mejor amigo…
El 28 de marzo de 2004 falleció el Maestro de la Otorrinolaringología contemporánea, el Prof. Juan Manuel Tato.
Enumerar su trayectoria profesional ocuparía tanto espacio que excedería el disponible de esta edición. Desde este lugar solo me detendré a mencionar que fue Socio Fundador del Club Otorrinolaringológico y Presidente desde su creación de la Comisión Nacional de Lucha Contra la Sordera.
Si tuviera que destacar uno de los tantos sentimientos de ese ser tan cálido diría: la pasión. Era un gran apasionado de la vida, con especial inclinación a su profesión, a su familia, amigos, colegas, al arte, la literatura, la gramática, al deporte, la investigación, la docencia, y al conocimiento científico. Su curiosidad no tenía límites, todo lo que giraba a su alrededor le despertaba interés. desde los saltitos de un gorrión a la teoría del Big Bang.
Su creatividad no conoció fronteras. Desde el inicio de su formación profesional incursionó en todas las áreas vinculadas con la Otorrinolaringología describiendo nuevas técnicas quirúrgicas, pautas fonoaudiológicas, bases de la fisiopatología vestibular, estudios de la radiología del hueso temporal por nombrar algunas. Fijó criterios y transmitió su entusiasmo a seguir en la búsqueda del conocimiento, tanto a sus colegas argentinos como a figuras de relevancia internacional como Karl Clussen, Hugo Fish y Michel Portmann.
Su capacidad intelectual y laboral superó lo habitual. demostrándolo con su imaginación, tenacidad y gran capacidad de síntesis.
Su interés por aprender jamás declinó. Siempre sentado en primera fila de cualquier reunión científica, escuchando con la misma atención tanto a la disertación del residente como al mas destacado de los especialistas. Al final de la exposición siempre tenía unas palabras de reconocimiento y muchas veces comentarios que enriquecían al expositor y a la audiencia.
Su generosidad profesional deslumbraba, viajero del mundo en búsqueda del saber, hacía que a su regreso, comentara abiertamente lo vivido, entusiasmando y estimulando a todos los médicos a enriquecer su desarrollo profesional, diciendo “Para ver mas lejos en el horizonte es necesario que un observador deba trepar sobre los hombros del que lo observó antes”.
Su grandeza espiritual y su humildad hacían imposible no quererlo. Tenía la magia de mutar en pocos minutos de charla personal, de Maestro indiscutido a colega, a padre, a amigo y a veces a un pícaro compinche. Estar a su lado era sumergirse en la serenidad, donde el tiempo parecía detenerse, surgiendo una sensación de afecto y calidez.
Su muerte no es una perdida porque a partir de ahora mucho será lo que se divulgue sobre el Gran Maestro y muchos podremos encontrar en el, si lo decidimos, un modelo de ser humano que nos oriente en estos momentos de confusión, injusticia y perdida de valores éticos. Tal vez esta sea la mas hermosa de sus conferencias magistrales.